lunes, 31 de julio de 2017

Julio: de playa en playa

Me enamoró la luz de Arlés. Deseé sentirla en mi piel, deseé ver cómo iluminaba mi verano.

Michael portillo y su guía Bradshaw me crean muchas necesidades. Viajar en tren, recorrer Europa. Arlés.

Allí pensábamos pasar el mes de julio. Buscamos casa en la zona, la experiencia airbnb nos encanta y para viajar en familia nos parece la mejor opción. Necesitábamos casas por el camino también. Nos gusta ir en coche, nos encanta la posibilidad de desviarnos para ver un pueblo que merezca la pena, bañarnos en una playa de aguas cristalinas, comer en un restaurante con encanto...

Disfrutar tanto del camino como del destino.

Al final, no casaban las fechas disponibles de las distintas casas y hemos dejado nuestra visita a Arlés para más adelante.

Cambio de planes, improvisar sobre la marcha. Remodelar la ilusión. Verano.

Cada noche decidimos dónde pasaremos el día siguiente. Playas. Paraísos cercanos. La costa gaditana, la granadina, nuestras playas malagueñas. Del Atlántico al Mediterráneo. De las tortillitas de camarones a las migas de maíz. Del pescaíto frito a los bocatas de tortilla. De la arena fina a los cantos rodados.

Y filmarlo todo. Una nueva afición para la que llevo preparándome un tiempo. Jamás pensé que me iba a enganchar tanto. Siempre he sido de fotografía, de congelar instantes.

Ahora el día fluye en formato de vídeo, las olas bailan para el recuerdo, la cámara recorre las calles, nos acompaña en el camino.

En agosto toca editar, para poder compartirlo con vosotros. Resumir días en minutos. Buscar lo esencial.

Mientras tanto, mi Instagram sigue en azul. Ya casi un reto, que no comenzó siéndolo, pero que va tomando identidad y refleja mi alma sureña, mi espíritu mediterráneo.



No todo el Sur es azul, no todo en las tierras bañadas por el Mare Nostrum lo es. Hay fotos que merecen esquivar ese fluir azul que se ha instalado en mi perfil de Instagram últimamente. Como la casa que acompaña este artículo. Al borde del mar, con su imagen tan autóctona, su cortina de macarrones para evitar las moscas, su cactus. 100% el estilo de las casas del Sur.
La encontré en la costa de la Axarquía, la comarca que me enamora cada día, la que recorro de pueblo en pueblo con gran emoción.
La comarca en la que vivo y en la que sueño con nuevos viajes. ¿Será a Arlés el próximo?

Gracias por leerme, comentar y compartir.

Besos,
Sofía.

Nos vemos en Twitter e Instagram

lunes, 17 de julio de 2017

¿Qué es un bot?

Hay aplicaciones para móvil (app) para todo. Bueno, prácticamente para todo. La que me recoja la cocina aún no está inventada, pero espero que estén en ello.
Raro es que no tengamos alguna instalada en nuestros dispositivos. Una de ellas es Instagram. En una publicación que hice ayer en esta red social acerca de los desafortunados comentarios que hacen algunos bots en redes, me comentásteis muchas preguntando "¿qué es un bot?".
Vamos a ver si lo explico para la abuela, que pienso que es como mejor puede entenderse.



Un bot es un programa informático que puede simular el comportamiento humano. Para la abuela: un robot.
No es un robot físico, no podemos verlo, por eso no me recoge la cocina. Es un robot virtual.

Aquí enlazo con el principio del artículo.
Existen bots que se pueden instalar como aplicaciones. 
¿Qué usos pueden tener? Uno de los más conocidos es el juego, por ejemplo. Te gusta jugar al ajedrez, pero no tienes con quien jugar habitualmente, pues te instalas una aplicación de ajedrez y juegas contra un robot. Este robot tiene registrados miles de movimientos y sabe responder a cada uno de los que tú haces intentando ganarte, como si jugaras con tu cuñado.

Los bots han sido creados para ayudar, para facilitar trabajo online.

Vamos a los famosos bots de los que hablaba ayer. De los que comentan en redes sociales. Me centro en estos, porque hablar de bots en general da para un libro.

¿Qué es un bot de este tipo?: Es una aplicación móvil que comenta fotos de forma masiva en nombre de una persona.

Ejemplo para la abuela: subo una foto y alguien que está en la playa, sin móvil a mano, me comenta "maravillosa". Es una persona real, con un perfil real, pero ha contratado este programa informático que responde en mi foto sin despeinarse.

¿Por qué lo hace?: Al abrir Instagram, te habrás fijado en que salen las fotos de las personas a quienes sigues (y mucha publicidad, que todo hay que decirlo). Antes, estas fotos que ves nada más entrar se ordenaban por orden cronológico, es decir veías lo que subían tus amigos en tiempo más o menos real. Desde hace un tiempo, esas fotos que ves se organizan siguiendo los criterios de un algoritmo (otro palabro). Este algoritmo nos presenta las fotos según el número de seguidores que tenga la persona que sube la foto, según su actividad comentando y subiendo fotos... A más fotos subidas o persona que comenta más, mayor posibilidad de que veas sus fotos. Con este sistema, o te inflas a comentar a diestro y siniestro, o tus fotos, por lo mismo, no aparecerán en las páginas iniciales de tus amigos,  ni verás las suyas.

Quien usa los bots solo quiere comentar en el mayor número de fotos posibles, pero ahorrándose el tener que estar miles de horas haciéndolo.

¿Para qué lo hacen?: Son personas que no están en redes por el simple hecho de conectar con otras personas y establecer un cierto grado de amistad. No les interesa lo que publicas. Hacen comentarios para que sus fotos las vea más gente, para obtener más likes, para tener más seguidores, para que las marcas los elijan como influencers (perdón, más palabros)...

Normalmente, los bots, que no pueden pensar (recordemos que son máquinas), hacen comentarios agradables, casi siempre en inglés. Intentan ser simpáticos en beneficio de la persona que los contrata.

Como son robots, no leen lo que se cuenta en el pie de foto o no saben el motivo de la foto. A veces comentan de forma adecuada, otras la fastidian.

Para que lo entienda la abuela: Una chica pone una foto en la que se ve el jardín (bonito) de un hospital y un cartel con el nombre de este hospital. En el pie de foto cuenta que están pasando una mala racha porque un familiar está ingresado, la cosa va para tiempo y está resultando ser una situación dura. Cuando voy a comentar dándole todo mi ánimo, veo el comentario anterior: "eso es fantástico". 

¿Fantástico? La respuesta que yo le daría a eso no la pongo aquí porque una tiene estilo. A quien puso la foto os podéis imaginar la gracia que le tuvo que hacer.

¿Cómo es posible que alguien que comenta de forma tan simpática en otras ocasiones sea ahora tan desagradable? La respuesta es sencilla: ha contestado un bot.

Ha sido un  comentario desafortunado, la mejor forma de detectarlos. ¡Lo pillamos!

Son máquinas y ninguna máquina puede sustituir a la empatía humana.

Gracias por leerme, comentar y compartir.
Besos,
Sofía.

Nos vemos en Instagram y Twitter.

jueves, 6 de julio de 2017

Comer, amar. Mindfulness gastronómico


En casa tenemos una costumbre que me parece fantástica: Cada día, al poner la comida en la mesa, aplaudimos a quien ha cocinado. Desde el plato más elaborado a los macarrones más sencillos.

Aplaudimos el trabajo, el amor de quien elabora lo que vamos a comer.

A veces el aplauso se alarga, dependiendo de si alguno de los platos es uno de los favoritos.
Los vecinos deben pensar que estamos locos. Prefiero nuestro aplauso a su manía de hacer bricolaje a deshoras.

El aplauso, hasta hace poco, ha sido siempre para husband o para mí, pero últimamente me alegra ver que se van sumando los niños a la cocina. En ocasiones como pinches, en otras atreviéndose a sorprendernos con una tortilla francesa, con una ensalada, con algo que hacen ellos de principio a fin.

En mi aplauso incluyo, como parte de mi mindfulness , el agradecimiento. Porque siempre hay un plato que llevar a la mesa. Porque somos afortunados por comer a diario. Porque comemos todos juntos. Muchas veces a horas bien tardías por esperar a quien llega de trabajar o del colegio más tarde.

Antes de comer doy las gracias también por todas las personas implicadas en el largo proceso necesario para que esos alimentos estén delante de nosotros. Proceso que incluye a quien plantó las semillas, a quien riega los vegetales, a quien cuida los animales, al clima que favorece su desarrollo, a quienes los transportaron hasta el punto en el que los compramos, a quien ha trabajado para ganar el dinero para comprarlos...

Agradezco también que todos esos alimentos solo nos hacen bien. Doy gracias al cuerpo, "maquinaria" perfecta para digerir, asimilar lo necesario y eliminar lo que no.

Mindfulness gastronómico en toda regla.
Disfrutar y ser conscientes en cada momento.

Hace muchos años leí una entrevista que le hicieron a Gisele Bündchen. En ella le preguntaban su secreto para tener ese tipazo. Ella respondió diciendo que comía de todo, en grandes cantidades. Añadió que solo tenía un "truquillo": Antes de comer le dice "te quiero" al plato de comida. Piensa que establece una relación de amor con la comida y que, algo a lo que ama no le traiciona, sino que le devuelve amor.
No tendré nunca su cuerpazo, pero acogí su tradición y la hice mía también.

Y luego está mi forma de comer.
Como d...e...s...p...a...c...i...o, muuuy despacio. Masticando "cienes y cienes" de  veces. Al punto de desesperar al resto de comensales. Despacio, pero contundente, que soy de buen comer.

También soy de servirme una cantidad razonable en el plato y, si procede, repetir. Me agobia ver una montaña enorme de comida de golpe.

Esta es mi forma de disfrutar ese momento en el que, además de cubrir una necesidad vital, encuentro placer. 
Si a todo esto añadimos una mesa puesta bonita, miel sobre hojuelas.

Y tú, ¿Cómo comes?

Gracias por leerme, comentar y compartir.
Besos,
Sofía

Nos vemos en Instagram y Twitter. 

lunes, 3 de julio de 2017

La magia de la ilusión


Ayer pensé que había nacido un nuevo bloguero. Y de los buenos.

Su elocuencia, sus anécdotas acumuladas a lo largo de años, su elegancia...dotes no le faltan.
Tiene varios libros escritos y es brillante, divertido, tiene una forma amena de narrar.

No fue por todo eso por lo pensé en él como bloguero, no.
Vamos por partes.
Hablo de mi padre. Hablo de ilusión y de la carita de felicidad de un millennial de 87 años estrenando ropa. Ropa de verano, camisa rosa, bermudas color caqui.

Aunque nos reunimos toda la familia cada semana, siempre nos hacemos fotos. Como si de una celebración especial (que lo es) se tratase. Nos gusta, somos así. Cinco o seis fotos, como recuerdo del momento.

Y aquí es donde llegamos a la "joven promesa" de la blogosfera. Durante cerca de una hora solo se le oía decir:  "una con mamá aquí", "una con las niñas" (Esas somos nosotras, sus hijas. En Málaga eres niña mientras tengas padres o viva alguien que los recuerde, no importa la edad. Ya puedes tener nietos, que sigues siendo la niña).
Y así seguía. "una con los nietos", un ¿contigo me he hecho foto?, un ¿tú has salido en alguna?...

Sesenta y tantas fotos se hizo. Cambiando de escenario, no os creáis que valía cualquiera.
- ¿Qué os parece si hacemos unas allí, junto a la fuente?, que hay buena luz. Todo le parecía poco.

A nosotros todo nos parecía genial. El entusiasmo es contagioso. Qué alegría verlo así de feliz. Nos hizo felices a todos. Hasta yo, poco amiga de salir en fotos me puse en casi todas.

Si es por mí, allí mismo le abro un blog o una cuenta de Instagram. Fijo que lo peta.

Solo dos detalles me hacen pensar que no hay bloguero en ciernes:
Uno: Que luego fuimos a tomar helados... y no hizo fotos del suyo. Detalle sin importancia, rara vez le hago fotos al mío.
Dos: (este es más definitivo) Que pasa de móvil, de ordenador y de internet. Es un unplugged de convicción.
Así que, de momento, no hay egoblogger octogenario.
Otro libro no os digo que no, estoy en ello. Me ofrezco de amanuense.

Gracias por leerme, comentar y compartir.
Beso,
Sofía


Nos vemos en Twitter e Instagram