miércoles, 17 de octubre de 2018

helados de vainilla y esperanza



Hace dos noches: íbamos mi padre y yo en coche por una carretera de montaña. Conducía mi padre y yo me preguntaba cómo podía ser, con 88 años y recién salido del hospital tras más de dos meses allí. En una cuesta empinada, se quedó dormido al volante. En lugar de bajar hacia atrás a toda velocidad, lo hicimos a cámara lenta, No me preguntéis cómo, pero pasé del asiento del copiloto al del conductor y él al del copiloto. Pude sacar el coche hacia una carretera cercana desde el campo al que habíamos ido a parar. Unos chicos me dejaron una moto para que pudiera remolcar el coche, con mi padre dentro, hasta casa. Cuando llegué a casa, el coche se había soltado de la moto y no sabía dónde. Iba a volver sobre lo andado para buscarlo cuando apareció con una familia que nos lo traía sano y salvo. Quise agradecérselo y les pregunté cómo podía hacerlo. Me pidieron helados de vainilla para todos. 🌿 Hasta ahí, el sueño. La realidad: tiene esa edad, hace tres meses le dio un ictus y ha estado ingresado en un hospital hasta hace unos días. Ayer pasé la tarde con él, le hace feliz recibir besos de mis hijos. Queda mucho por recuperar: su movimiento y nuestra alegría. Gracias por oírme, necesitaba soltarlo. #probablementeborreestetexto #nosmuevelafe #mipadreserecupera
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lunes, 15 de octubre de 2018

La cápsula del tiempo


La excitación del conocimiento. Descubrir qué secretos dejaron para nosotros civilizaciones pasadas. Saber que los egipcios escribían sobre papiros, que bebían cerveza, que amasaban pan.. Que todo eso ha llegado hasta nuestros días y nos han permitido "mirar por un agujerito", colarnos en sus vidas y saber cómo era su día a día.

Algún día, seremos ese pasado por descifrar.
¿Qué pistas les dejarías los futuros habitantes de este planeta?

Comienzo a llenar mi cápsula del tiempo y me pregunto qué podrá interesarles. Y pienso que quizá tengan acceso a nuestro sistema de internet, lo cual ya es mucho.
Que tendrán que buscar su piedra rosetta para interpretar todo lo que contamos, todo lo que sabemos, lo que sentimos, la música que oímos, cuál es nuestra apariencia física... No sabrán a qué saben esas recetas que se publican, cómo es el tacto de esos materiales que rodean nuestra existencia, a qué huelen esas flores que fotografiamos... Pero tendrán tutoriales para casi todo, Foro Coches seguirá siendo el cuñado universal. Bastaría con dejar un móvil, una tablet o un ordenador para que se hagan una idea de lo que es nuestra realidad.

 Lo que publicamos es eterno.

Cambio entonces el enfoque de mi cápsula del tiempo y empiezo a rellenarla con licencia poética.

¿Quién sabe quién la encontrará? Me imagino a un ser venido de otra galaxia a colonizar nuestro planeta, desenterrando mi caja de los chinos comprada a tal efecto, emocionándose con lo mismo que me emociona, sintiendo lo que le intento hacer llegar a través de los sentidos. Mi cápsula personal.

Empezaría introduciendo esa felicidad de cuando era niña bailando sobre los zapatos de mi padre, la personalidad que nos transmitió mi madre, la educación en la creatividad, el gusto por el arte, el mindfulness del detenimiento ante lo hermoso de cada momento (que entonces no se llamaba sí ni de lejos, pero era la esencia. La grandeza de las pequeñas cosas, el detenerse a apreciar cada sensación).

Metería esos momentos en los que escuchar música era sentarse delante del tocadiscos y leer las letras en la funda del LP. También esos en los que, al bajarnos del coche al llegar al campo, nos decían: "Respirad el aire puro". También esos en los que el chocolate se paladeaba, no se masticaba. El cuento de cada noche antes de dormir, la voz de mi padre leyéndome las aventuras de Miffy. La suavidad y el alivio de las manos que me apretaban con la fuerza justa para hacerme sentir que todo iba a ir bien, que estaban a mi lado. 

Pasaríamos a otra etapa e introduciría la libertad de la mayoría de edad, también la responsabilidad asociada. La sensación de descubrir nuevas emociones, la noche, las amigas, los bares, los chicos... esos perfectos desconocidos. Las horas junto al teléfono fijo, esperando sus llamadas. Más horas de charleta con mis amigas, a las que iba a ver en un rato (De fondo se oía: "Deja algo para cuando os veáis", "Cuelga pronto, que estoy esperando una llamada importante"). 
El aire en la cara en el Vespino, los pelos revueltos. Más libertad. 
Bailar lento, el aire cerrado de las discotecas. Otro tipo de libertad.

Metería las cintas de cassette grabadas de la radio. La Movida. Radio Futura a todo trapo como banda sonora de veranos en la playa.
Y una Rebequita por si refresca.

Nuestro primer beso, ese revuelo de mariposas en el estómago, ese quiero otro,y otro, y otro. La suavidad de tu piel, amor. Mi deseo de besarte, de amanecer cada día contigo. La felicidad de que así es. Tu voz profunda, la que un día me dijo te quiero, la que me lo sigue diciendo. La magia que provoca en mí. La calma en mis tormentas. La risa. El llanto de emoción en cada nacimiento de nuestros niños. La inmensidad de lo que hemos creado. Esas vidas que han salido de nosotros. Que nos dan la vida. El sonido de tus llaves al llegar a casa. El sonido de las suyas. El amor multiplicado, elevado a la enésima potencia.

Y los ratitos con los amigos, las charletas, ahora por WhatsApp, con las amigas. La suerte de quedar con ellos y darnos un abrazo y conversar, celebrar. El apoyo incondicional.

Y puestos a que disfruten esos seres que aún no lo son, o igual sí, pero en otra dimensión , un par de tuppers con paella de mi madre y cocido de mi suegra. Y croquetas.

Un frasco con olor a mar. Imprescindible. Una tabla de pantones de las distintas tonalidades de azul que presenta. Un simulador de la brisa al navegar o al pasear por la orilla (Eso también podría patentarlo ya alguien, como medicina universal).

También meteré un papel en el que diga "continuará". Nos queda mucho por sentir, mucho por transmitir, mucha emoción por vivir. Mucho que dar a todos los que forman parte de esa felicidad, muchas cajas por rellenar. Que así sea.

Gracias por leerme, comentar y compartir.
Besos,
Sofía

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lunes, 8 de octubre de 2018

Del clip rojo a una casa: una historia de emprendimiento

El talento, como el agua, tiene la capacidad de adoptar distintas formas. Suele presentarse en forma de don, o bien en la habilidad para desarrollarlo mediante el aprendizaje.  Los resultados que se pueden llegar a obtener cuando se posee un don son ilimitados o pueden no llegar a ser ni tan siquiera resultados, hablando desde el punto de vista empresarial. Para obtener resultados hace falta ponerlo en marcha y perseverar.

La historia de talento que os quiero contar hoy es una que me ha arrancado una sonrisa, es una historia divertida Porque el emprendimiento, cuando media la pasión, puede llegar a serlo.

Mi primer lema como empresaria fue "mi trabajo es tan divertido que me lo tomo muy en serio".

Es la historia de una idea simple (de una curiosidad bien entendida) puesta en acción, de la perseverancia, de golpes de suerte (la suerte la creamos en la mayoría de las veces) y casualidades maravillosas.

La idea es tan simple como un clip rojo.  Sí, uno de esos para sujetar papeles. Esos de los que siempre se dice que nadie compra y todo el mundo tiene.
La historia es la de Kyle MacDonald, conocido desde hace 13 años como 'el chico del clip rojo' (en inglés, de red paperclip guy).

Comienza esta aventura con una idea muy loca que se le pasa por la cabeza un día en el que, sentado en su escritorio, vio un clip rojo y pensó en qué podría conseguir por él mediante el trueque.
Subió una foto del clip a una web llamada 'craighlist' y así empezó todo. Unos chicos contestaron a su anuncio y le cambiaron el clip por un bolígrafo con forma de pez. Subió entonces una foto de ese bolígrafo a la misma web y de nuevo consiguió cambiarlo por algo.

Para él cualquier cambio era válido siempre y cuando viera que el nuevo objeto obtenido tenía mayor valor que el anterior.
El valor es algo que, normalmente no tiene el objeto en sí en este tipo de transacciones, sino que depende mucho del interés que presten en él las personas,
de las necesidades de cada uno o de las oportunidades que vean en el cambio.

En todos los pasos que dio, en cada uno de los trueques, las dos partes estuvieron siempre de acuerdo. Es lo que en el mundo empresarial se conoce como el modelo win-win (ganan las dos partes).

En total fueron 14 trueques los que tuvo que realizar.
Partía de su clip inicial y al final consiguió una casa.
¡Sí una casa, lees bien! En los 14 cambios obtuvo las cosas más variopintas y peregrinas que os podáis imaginar. No todo fueron cosas materiales, hubo quien consiguió un papel en una película de Hollywood dirigida por un conocidísimo actor. Consiguió cumplir el sueño de su vida.

Al final de este post os dejo el vídeo en el que el propio protagonista cuenta la historia y cómo se desarrolló al detalle. Está en inglés, espero que si no hablas este idioma, te sirvan todas las fotos que muestra.

A lo largo de los pasos se dieron muy buenas casualidades, oportunidades que aprovechó en cada momento, golpes de suerte y por encima de todo, mucho tesón. Kyle siguió adelante en todo momento, incluso cuando creyó haber perdido todo lo que había ido ganando.

La serendipia influye también en el éxito. Las transacciones no solo se efectuaron mediante la web. Dio fiestas, acudió a programas de radio, realizó múltiples viajes para encontrarse con las personas adecuadas en el momento y lugar adecuados.

De toda esta experiencia surgieron, además de fuertes amistades, grandes proyectos de colaboración y la grandeza de hacer cosas que cambiaran la vida a otras personas.

La historia, como dije al principio, es la esencia del emprendimiento en sí: una idea, puesta en acción y perseverancia.

En palabras del propio protagonista:
"No es tanto el clip lo que cuenta, no es tanto tenerlo o venderlo por lo que es valioso. 
Si no hubiese comercializado con él, solo sería un chico sentado en su escritorio, sujetando un clip en sus manos, preguntándose que pasaría
si hiciera algo con el clip". 

Cuando consiguió la casa, a la fiesta que dio en ella acudieron los chicos que se quedaron con el clip en el primer cambio. Lo llevaron enmarcado y aseguran que para ellos tiene un valor incalculable. Una historia de emprendimiento en la que todos ganan.

Y tú, ¿Tienes alguna idea que estés pensando en poner en marcha?

Os dejo con el vídeo.



Gracias por leerme, comentar y compartir. 
Besos,
Sofía

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