lunes, 15 de octubre de 2018

La cápsula del tiempo


La excitación del conocimiento. Descubrir qué secretos dejaron para nosotros civilizaciones pasadas. Saber que los egipcios escribían sobre papiros, que bebían cerveza, que amasaban pan.. Que todo eso ha llegado hasta nuestros días y nos han permitido "mirar por un agujerito", colarnos en sus vidas y saber cómo era su día a día.

Algún día, seremos ese pasado por descifrar.
¿Qué pistas les dejarías los futuros habitantes de este planeta?

Comienzo a llenar mi cápsula del tiempo y me pregunto qué podrá interesarles. Y pienso que quizá tengan acceso a nuestro sistema de internet, lo cual ya es mucho.
Que tendrán que buscar su piedra rosetta para interpretar todo lo que contamos, todo lo que sabemos, lo que sentimos, la música que oímos, cuál es nuestra apariencia física... No sabrán a qué saben esas recetas que se publican, cómo es el tacto de esos materiales que rodean nuestra existencia, a qué huelen esas flores que fotografiamos... Pero tendrán tutoriales para casi todo, Foro Coches seguirá siendo el cuñado universal. Bastaría con dejar un móvil, una tablet o un ordenador para que se hagan una idea de lo que es nuestra realidad.

 Lo que publicamos es eterno.

Cambio entonces el enfoque de mi cápsula del tiempo y empiezo a rellenarla con licencia poética.

¿Quién sabe quién la encontrará? Me imagino a un ser venido de otra galaxia a colonizar nuestro planeta, desenterrando mi caja de los chinos comprada a tal efecto, emocionándose con lo mismo que me emociona, sintiendo lo que le intento hacer llegar a través de los sentidos. Mi cápsula personal.

Empezaría introduciendo esa felicidad de cuando era niña bailando sobre los zapatos de mi padre, la personalidad que nos transmitió mi madre, la educación en la creatividad, el gusto por el arte, el mindfulness del detenimiento ante lo hermoso de cada momento (que entonces no se llamaba sí ni de lejos, pero era la esencia. La grandeza de las pequeñas cosas, el detenerse a apreciar cada sensación).

Metería esos momentos en los que escuchar música era sentarse delante del tocadiscos y leer las letras en la funda del LP. También esos en los que, al bajarnos del coche al llegar al campo, nos decían: "Respirad el aire puro". También esos en los que el chocolate se paladeaba, no se masticaba. El cuento de cada noche antes de dormir, la voz de mi padre leyéndome las aventuras de Miffy. La suavidad y el alivio de las manos que me apretaban con la fuerza justa para hacerme sentir que todo iba a ir bien, que estaban a mi lado. 

Pasaríamos a otra etapa e introduciría la libertad de la mayoría de edad, también la responsabilidad asociada. La sensación de descubrir nuevas emociones, la noche, las amigas, los bares, los chicos... esos perfectos desconocidos. Las horas junto al teléfono fijo, esperando sus llamadas. Más horas de charleta con mis amigas, a las que iba a ver en un rato (De fondo se oía: "Deja algo para cuando os veáis", "Cuelga pronto, que estoy esperando una llamada importante"). 
El aire en la cara en el Vespino, los pelos revueltos. Más libertad. 
Bailar lento, el aire cerrado de las discotecas. Otro tipo de libertad.

Metería las cintas de cassette grabadas de la radio. La Movida. Radio Futura a todo trapo como banda sonora de veranos en la playa.
Y una Rebequita por si refresca.

Nuestro primer beso, ese revuelo de mariposas en el estómago, ese quiero otro,y otro, y otro. La suavidad de tu piel, amor. Mi deseo de besarte, de amanecer cada día contigo. La felicidad de que así es. Tu voz profunda, la que un día me dijo te quiero, la que me lo sigue diciendo. La magia que provoca en mí. La calma en mis tormentas. La risa. El llanto de emoción en cada nacimiento de nuestros niños. La inmensidad de lo que hemos creado. Esas vidas que han salido de nosotros. Que nos dan la vida. El sonido de tus llaves al llegar a casa. El sonido de las suyas. El amor multiplicado, elevado a la enésima potencia.

Y los ratitos con los amigos, las charletas, ahora por WhatsApp, con las amigas. La suerte de quedar con ellos y darnos un abrazo y conversar, celebrar. El apoyo incondicional.

Y puestos a que disfruten esos seres que aún no lo son, o igual sí, pero en otra dimensión , un par de tuppers con paella de mi madre y cocido de mi suegra. Y croquetas.

Un frasco con olor a mar. Imprescindible. Una tabla de pantones de las distintas tonalidades de azul que presenta. Un simulador de la brisa al navegar o al pasear por la orilla (Eso también podría patentarlo ya alguien, como medicina universal).

También meteré un papel en el que diga "continuará". Nos queda mucho por sentir, mucho por transmitir, mucha emoción por vivir. Mucho que dar a todos los que forman parte de esa felicidad, muchas cajas por rellenar. Que así sea.

Gracias por leerme, comentar y compartir.
Besos,
Sofía

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3 comentarios:

  1. Que bonito y que morriña de todo lo bonito ya vivido. Y que ganas de seguir . Gracias ������

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  2. Sofía, te sigo en Instagram, hoy he pasado por tu blog y me ha encantado está entrada yo metería la mayoría de esas cosas que relatas, esencia de vida en definitiva, aquellas que muchas veces pasan desapercibidas y que con tus palabras nos recuerdas,suerte.

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  3. Sofía, que palabras más bonitas. Mi "caja de los chinos" creo que estaría repleta de las mismas cosas... Me hiciste recordar muchos momentos bonitos . Un abrazo 😘

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