jueves, 16 de febrero de 2017

Axarquía: Sayalonga. Pequeñas grandes cosas.

Las oportunidades hay que cogerlas cuando se presentan.
Lo que en principio iba a ser un paseo por la playa, ha terminado siendo una mañana de senderismo por mi querida Axarquía.
Buscábamos un molino, el camino empieza en la cima de una montaña y hay que descender hasta el cauce de un río. La bajada difícil, escarpada, el rumor del río como único sonido. La naturaleza tiene su propia música.


La ruta señalada en el cartel figuraba como única, el camino que se bifurca, tomamos uno de los ramales, nos encontramos en mitad de la nada con Antonio, un hombre de campo, que mima con devoción sus frutales. Le preguntamos si vamos bien para el molino, nos da las indicaciones necesarias. Está recogiendo naranjas y limones en su pequeño terreno, el olor de la fruta nos lleva a preguntarle si las vende, si podríamos conseguirlas en alguna cooperativa del pueblo.
- No, que va! Estas son solo pa la casa, pa la familia. Anda, bajad al río y a la vuelta os doy un par de naranjas pa que las probéis.


Llegamos al río, aquí a cualquier cosa le llamamos río, es un arroyo limpio, que discurre rápido. Se transparenta el fondo de piedras, disfrutamos de la paz del lugar, comentamos la belleza del entorno, hacemos fotos y empezamos a plantearnos la subida, que tiene guasa.
Vamos comentando que si la pendiente de subida es tanto,  que si cuidado ahí que la tierra resbala...entonces oímos la voz de Antonio:
- Os acercáis a por las naranjas? Pasad por el camino que está junto al aljibe.
Llegamos hasta donde estaba, nos tenía preparada una gran bolsa llena de limones, naranjas y aguacates. Casi lloro, soy aguacate adicta!
Nos coge una naranja del árbol a cada uno y nos las tomamos allí, charlando un rato con él. Las mejores naranjas que hemos tomado en mucho tiempo. Nos habla del pueblo, de su día a día (básicamente se va a cuidar sus árboles y allí se le pasan las horas sin darse cuenta, porque es donde le gusta estar), de los jóvenes, que van abandonando el pueblo para irse a la ciudad, de cuando baja a la capital, que va por necesidad y al rato está deseando subirse a su rinconcito al aire libre. Nos coge otras dos naranjas, seguimos saboreándolas como si fueran las primeras que comiésemos en nuestra vida. Seguimos con la charleta. No es la primera vez que se nos pasan las horas hablando con gente que, sin conocernos de nada nos abren su corazón , nos cuentan lo que  es su vida, anécdotas del pueblo. Conversaciones que  siempre pienso que me gustaría grabar, en muchas de ellas hay historias interesantes... e Historia de la zona.



Nos despedimos, agradeciendo de corazón el regalo de la fruta y el rato tan agradable que hemos pasado bajo los naranjos.
Nos queda bastante por subir. Al llegar arriba nos refrescamos en la fuente a las afueras del pueblo, donde dicen que bebió el mismísimo Cid Campeador.
Siempre soñamos con grandes viajes, hay quien desea ir a la luna porque la Tierra ya le parece poco. Para mí es un lujo descubrir cada semana un paraíso cercano, admirar el paisaje de la comarca en la que vivo, de la que sé que es el destino deseado por muchos, para los que venir hasta aquí sí es un viaje soñado.
Anochece en la Axarquía y siento la necesidad de contarlo.

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Gracias por leerme, comentar y compartir.
Besos,
Sofía.



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